jueves, 4 de octubre de 2012

Despilfarrando dinero

En los últimos meses han sido muchos los políticos que justificaron la situación en la que se encuentra España diciendo que "durante muchos años hemos vividos por encima de nuestras posibilidades". Y es verdad. Durante muchos años hemos vivido como quien dice gracias a los créditos, esas magníficas cosas que tienen los bancos que te prestan el dinero y luego te obligan a devolvérselo con un determinado tipo de interés. Bien, pero ¿quiénes fueron exactamente los que vivieron por encima de sus posibilidades? ¿Quiénes fueron los que se apoderaron del crédito y abusaron de él? ¿Quiénes fueron en realidad los que despilfarraron dinero?

Hace unos meses en una de las cartas al director de El País se leía un artículo en el que un ciudadano habla de su situación personal y de su reacción a una declaración de la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, en la que nos pedía a los españoles "un esfuerzo más" refiriéndose a los recortes. Este lector comentaba que él durante toda su vida se había esforzado plenamente para conseguir un trabajo digno y que jamás había vivido por encima de sus posibilidades. Voy a citar textualmente el último párrafo ya que no veo mejor forma de explicar el sentimiento que tienen ahora mismos los españoles que ofrecer una versión de primera mano:

<Ahora mismo estoy a punto de quedarme sin trabajo gracias a los que han vivido "por encima de nuestras posibilidades". Ahora me piden "un esfuerzo más". Yo siempre he pagado puntualmente la hipoteca y lo sigo haciendo así que no he hundido a la banca. Yo no he hecho bajar la Bolsa, no he hundido los mercados, no he inflado la economía, no he especulado con la vivienda, no he organizado carreras de coches en mi ciudad, no necesito un aeropuerto sin aviones, no tengo yate para ver la salida de la Copa América, no he ido nunca a ver la ópera en el Palau de les Arts. Yo no he deteriorado la escuela ni la sanidad pública, no he tenido becas ni subvenciones, no he cobrado nunca el paro ni he provocado el déficit al Estado, la autonomía ni la Seguridad Social. Yo no conozco a Moody's, Fitch ni Standard & Poor's pero sí conozco a los que vivieron por encima de mis posibilidades. Yo no les voté, a mí no me representan.>

Y para mi opinión, aún se queda corto. Los ciudadanos normales no tenemos dietas valoradas sobre trescientos euros diarios, aviones privados, coches oficiales de alta gama o salarios desorbitados. Mariano Rajoy dice que se preocupa de la situación en la que se encuentran los españoles pero realmente no lo entiende; para entenderlo tendría que plantearse lo siguiente: ¿qué haría si fuera mileurista? 

Y en ese quid se encuentra el gran malestar de todos los españoles. No hay nadie que desee más que nosotros que esta situación se arregle de una vez por todas, pero siempre pagan los justos por los pecadores. Los recortes afectan realmente a los mileuristas - o casi mileuristas - no a los políticos. Nosotros queremos levantar este país, pero es que no hay manera. Millones de familias no dan llegado a fin de mes, por no hablar de aquellas en las que todos sus miembros se encuentran en el paro cobrando (con suerte) unos 450 euros. Pero no llegan ni siquiera a una semana, son pocos los ingresos y muchos los gastos: alimentación, la hipoteca, los seguros, el coche y poco más son cosas que hoy en día se pagan - y no porque sean caprichos-.  Ya muy poca gente compra ropa, algún capricho para comer o dedica su tiempo libre en ir al cine. Nosotros no despilfarramos dinero porque básicamente no lo tenemos y quién si lo ha hecho ahora mismo no tiene problemas; por lo que no vengan ellos a pedirnos "un esfuerzo más". Que no vengan porque ya no podemos. Y todo esto se puede decir más alto, pero ya no más claro. Si el Gobierno no sabe que los ciudadanos no queremos más recortes, que están empeorando su nivel de vida creando un nuevo prototipo de pobreza, si ellos no saben que no nos representan es que no nos escuchan.

Finalizo esta reflexión mostrando unos datos que son verdaderamente desalentadores. Con respecto a la preocupación de la situación económica de España los efectos en los ciudadanos se dejan ver: ansiedad, insomnio, estrés o sensación de desamparo son algunos de los más frecuentes hoy en día. Un estudio realizado en el Hospital La Paz de Madrid en el que participaron 6000 pacientes ha demostrado que los intentos suicidas han aumentado un 22%, un 14% las consultas por ansiedad y un 6% los incrementos del consumo de drogas y alcohol. Aunque el perfil se corresponde con empleados, según el estudio son más frecuentes los empresarios quienes sufren más emocionalmente a la hora de despedir a sus empleados. La estimación en España es que cerca de seis millones de personas sufren depresión, es decir, entre un 10% y un 15% de la población -aunque muchos aún no se han diagnosticado.






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